magazine planet b
34 desigualdad, femenino singular: mujeres, precariedad y pobreza laboral L as normas sociales discriminatorias y la ausencia de políticas públicas adecuadas hacen que las mujeres sean mayoría en bajos salarios: segregación sectorial y ocupa- cional con menor valoración social y económi- ca, y empleo parcial Precariedad, discriminación, invisibilización, trabajo doméstico no remunerado, presión so- cial. Son solo algunos obstáculos que deben superar las mujeres. Allá donde miremos, la precariedad laboral tiene rostro de mujer. Ra- quel, como Shiva, multiplicaba sus extremida- des para hacer mil cosas a la vez: mientras con una mano tecleaba con la otra mano daba el bi- berón. Todo su trabajo, todo su esfuerzo, se ha visto recompensado con el ascenso de su com- pañero, para que ella tuviera “un poco menos de responsabilidad mientras crías a tu bebé”. Como hace el jefe de Raquel, las ideas, valores y creencias hoy dominantes acerca de los roles de género, acerca de quién debe hacer qué en el mundo y en el trabajo remunerado y no re- munerado son la base oculta, pero más amplia y profunda, de las experiencias de precariedad y discriminación que miles de mujeres viven cada día y que explican que, pese a tener uno o más trabajos remunerados, no llegan a fin de mes. Como en un iceberg, estas normas sociales dis- criminatorias, que no se ven a simple vista, son las que, junto con la ausencia de políticas públi- cas adecuadas, hacen que las mujeres sean ma- yoría en todos los indicadores de precariedad señalados (remuneración y tipo de contrato). Al mismo tiempo, continuar asumiendo una ma- yor carga de trabajos del hogar y de cuidados no remunerados influye decisivamente, inte- rrumpe, y constriñe el desarrollo profesional de las mujeres. La falta de tiempo derivada de la necesidad de trabajar remuneradamente y del trabajo del hogar y de cuidados no remunerado, que sigue recayendo mayoritariamente en ellas - en Espa- ña, las mujeres se ocupan de hacer el 67,2% de las actividades no remuneradas de los hogares, frente al 33% de los hombres, lleva al aislamien- to y al agotamiento personal y social, afectan- do a su percepción y satisfacción con la vida. Cuando se pregunta por el nivel de satisfacción general con la vida, en una escala de 0 a 10, las personas situadas en el quintil de ingresos infe- rior dan una puntuación de 6,2, frente a un 7,5 de las personas en el quintil superior. Se generan así trayectorias vitales y profesio- nales intermitentes, inseguras y muchas veces estancadas, que impiden a miles de mujeres disfrutar plenamente de sus derechos. Como la de Raquel, nuestra guionista ficticia cuyos pasos no quiere ver hundidos “como huellas en la orilla”, con la que no contaron para presentar el trabajo. Las mujeres son castigadas aún por normas sociales que las sobrecargan con res- ponsabilidades de cuidados e infravaloran el puesto que ocupan en el mundo y en la socie- dad, como se analiza en el informe ‘‘Voces con- tra la precariedad: mujeres y pobreza laboral en Europa’ (Oxfam, septiembre 2018), donde se observa que, pese a los avances en la posi- ción de la mujer en el mundo del trabajo expe- rimentados en los últimos años a nivel global, europeo y en el Estado español, aún queda mu- cho por hacer.
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